Dormitorio de Roxas (SOLO Roxas y Anna)

- ¿Acaso lo dudas? Yo no tengo problema en admitirlo... - Me apoye en la puerta con ambos brazos sin dejarle escapatoria, apoye mi frente en la suya.

- Pero tu parece que si...

Gire suavemente su cara para que volviera a estar frente a la mia, le lanza una profunda mirada como intentando ver el interior de su alma. Fui acercando mas y mas mi rostro al suyo hasta que abri los labios dispuesto a besarla.

Note como temblaba, después de todo quizás no quisiera que la besara, pero ya no podía parar, esa carita de miedo se me hacia irresistible, así pues uní nuestros labios una vez mas, en ese instante hubiera deseado que el espacio y el tiempo se rompieran para seguir besándola eternamente. Algo así ocurrió pues de repente las antorchas se apagaron dejándonos en la suprema oscuridad.

Note como acariciaba mi cara, puede que lo hiciera por equivocación o puede que no... En cualquier caso me gustaba sentir su sedosa piel. Me quite los guantes de cuero negros y empeze a acariciarle la espalda, poco a poco fui bajando. Mientras tanto seguia besandola cada vez con mas pasion aunque puede que a ella le asustara aquello.

- No tengas miedo...

Bajando y bajando llegue hasta su trasero el cual masajee lentamente. Estaba bien proporcionado para ser alguien tan joven, sin duda no me equivoque cuando dije que tenia una belleza divina. El beso aun no terminaba, no queria dejar sus labios desprotegidos, si no fuera porque tenia que hablar jamas me despegaria de ellos.

- Eso espero...

- Entonces, yo, el habil halcon, tendria que enseñaros... - Le susurre en el oido para luego comenzar a mordisquearla dulcemente.

Aun asi no creia que aquella joven perteneciente a Griffindor albergara miedo en su corazon. Anteriormente, en sus ojos habia visto que ardia la llama que solo los leones tienen.

Saque mi varita de un bolsillo, con ella hize que una pequeña llama surgiera en una de las antorchas, era suficiente como para poder vernos mutuamente. Pude ver el rostro de Anna sonriendo de forma extraña lo cual me hizo pensar que le gustaba lo que estaba haciendo, asi pues pase de la oreja a su cuello con besos y a veces con siniestras lenguetadas.

Acaricie su pierna con movimientos lentos, aunque aun seguia en mis cabales algo me decia que la locura me estaba invadiendo al estar esa situación, al igual que a ella.

- Aun estas a tiempo de irte... - Le dije mientras seguia besandola u mordisquendola en el cuello y tirando un poco de su vestido.

Concentar algo de magia en la punta de mis dedos, con ellos, de un rapido movimiento corte su vestido haciendo que este cayera como una pluma al suelo. Aunque aun estaba oscuro podia dislumbrar sus jovenes pechos cayendo sobre su sujetador negro.

- Esta bien...

Pense que estar ahi de pie era bastante incomodo asi que camina un poco hacia atras tirando de su mano, cuando crei que era el momento me tire hacia atras arrastrandola conmigo para caer directamente en la cama, por suerte la cama era de matrimonio, (a pesar de que todas las habitaciones tienen una cama para una persona pero esa es otra historia), por lo que cabian perfectamente en ella. La historia se volvia a repetir, ella cayo encima mia, pero aun asi la situación era diferente. La abraze con la mano derecha haciendo que su pecho cayera sobre el mio, ademas de empezar a quitarle el sujetador, mientras que la otra mano la inserte bajo su ropa interior pudienso asi tocar sus gluteos.

Ella desabrocho lentamente mi camisa con sus bonitas manos mientras iba besando mi cuello con cariño, algo que desde luego me excitaba aun mas, fue entonces cuando no pude resistirme mas, mi mirada calmada como siempre había sido se torno diabólica bajo esa situación, rápidamente le arranque el sostén y lo lance al suelo, pude ver en su totalidad sus maravillosos y voluptuosos pechos arremetiendo contra mi musculoso y desnudo torso. Mi sangre ardía como el mismísimo infierno en aquellos momentos calentando mi piel, ya había estado en esta situación antes, pero con ella, la mujer que con sus besos me hacia suspirar, era totalmente diferente.

Se fue acercando sigilosamente hasta mis labios hasta que me beso, esta vez ambos estabamos en igualdad jugando con el otro, en mitad de el, de un brusco movimiento hice que invirtieramos las posiciones, tras pasar el intenso beso aun manteniendo nuestros rostros muy proximos un hilillo de saliva corria por nuestros humedos labios.